En los signos
de la tarde
copulan
la música
y el silencio,
la mirada
y la imagen,
la presencia
y la ausencia
del adiós
La nostalgia
se parece
al ruido de la lluvia
sobre los techos
La poesía está hecha
con birome
sobre papel cuadriculado
La lengua antigua
del yaguareté
lame el silencio
y en los juncos
se mueve el universo
El naufragio
de un sueño
como un niño
que se queda sin su estrella
El rostro es una máscara
que oculta la furia
lo que no envejece
de todas maneras se muere
Yo respiro el humo
de tu cuerpo
el vapor de tu sangre
la cáscara de tu naranja
las cosas que fueron
y que ahora se deshacen
en el azul del silencio
Balbuceo en la luz
el brillo de una mirada
Las hojas giran en remolino
y luego se elevan
y se pegan al árbol
Hay una urgencia
de llenarse de plumas
Nadie te avisó
que robaron el terciopelo
de la noche
Los insectos muerden el polvo
las ciudades
son fábricas de soledades
la existencia baila
y se zarandea
Me perdí en el laberinto
del verbo
Palabra, paranoia, delirio
imaginación en el desierto
ella habla
la lengua de las hembras
Rimbaud garabatea palabras
en la arena de una playa africana
Se te hace agua la sed
se te hace boca la lengua
y verso el anverso
¿Cuánta paciencia
debe tener un poeta?
Una palabra
es un cuchillo
que a veces corta
y otras solo sirve de adorno
El poema te roba
los silencios
a cara descubierta
Sin beberla
ni comerla
estás sentado a la mesa
Buena suerte y hasta luego
Sísifo se cansó de lanzar
la piedra
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